Estar aquí cuando quieres estar allá y la genialidad de disfrutar del aquí y el ahora.

Tabla de contenidos

La foto que encabeza este post, la tomamos el año pasado en París, a los pies de la “Eiffel Tower” hasta aquí todo bien. Ese día había muchísima gente, hacía mucho calor, las bebidas en los puestos ambulantes estaban calientes. París era un horno, y yo me sentía abrumada por mi objetivo personal de que lo pasáramos lo mejor posible.

Ayer, cuando me topé con esta foto… no recordé nada de lo negativo.  Lo que realmente se generó en mí fue una onda positiva como un bloque, y me dije ¡CARAY!  La sensación de esos 15 días de vacaciones con mi familia se hizo presente, y de repente salí de mi trance y me dije: Ahora estoy aquí.

¿Te ha pasado alguna vez de estar en un lugar y querer estar en otro?  Sí, sí “estar aquí cuando quieres estar allí”.

Si te ha pasado alguna que otra vez, está “OK”, pero cuando  en tus casi 24 horas del día, estás más allí, quizás no sea tan positivo.
Con allí me refiero; a un momento de tu vida, a una experiencia que consideras estresante o, simplemente, a algo que fue tan bueno que te marcó y sigues viviendo en el recuerdo.

En la mayoría de los casos, la incertidumbre, el no saber lo que pasará… puede llegar a ser el origen inconsciente de estrés y miedo…  sin embargo, ¿cuánta certidumbre hay en la vida?, ¿sobre cuántas cosas puedes tener el control?, … Yo diría que solo en una, y es, a lo que prestas y diriges tú atención, dónde pones la mirada…

Te cuento algo:

Cuando llegué a Barcelona en el año 2000 todo era fantástico y maravilloso, hacía todo lo que quería cuando quería. Era como una especie de esponja y tenía que aprovechar el tiempo porque solo estaría 1 año o como mucho 2 en la ciudad. Hasta aquí todo bien.

De repente, apareció  Alfredo, el que ahora es mi marido, lo demás podéis “fantasear” jajajaja…  y de  repente, tomé consciencia de que “haría mi vida en esta ciudad”. Y ahí fue cuando comenzó mi “duelo”.

Añoraba todo lo que tuviera que ver con mi país. La nostalgia estaba a flor de piel: cuando comía helados (el postre preferido de papi), cuando comenzaba a ver las cerezas en las fruterías, (la fruta preferida de mami… lo añoraba todo.

Todo esto, “estar aquí con el cuerpo” y “viviendo allí con mis pensamientos”, estar partida, dividida,… estuvo a punto de pasarme una costosa factura.

¿Qué hice y sigo haciendo? Me dije: ¡BASTA!

Recuerdo lo que pasó después de haber tocado fondo por este tema.  Di un golpe seco en la mesa y me dije “basta”.

Tuve un aprendizaje súbito. La escuela de la GESTALT lo llama “Insigth”.

Es cuando tienes la certeza de algo y sabes que pondrás todos tus recursos personales para salir adelante. Para mí era como tener una bombilla encendida encima que me recordaba ese “Basta”. ¿Te ha pasado alguna vez?

¡Me puse manos a la obra!

Me hice unos carteles recordatorios y los imprimí. Puse uno en la nevera, otro en el lavabo, otro cerca de mi mesa de trabajo y otro en la puerta de salida de casa. En ellos ponía:

aquí y ahora

 Aquí y ahora….

Créeme, esas dos palabras son poderosas. Ya en la facultad de psicología retumbaron en mí. Lo que es cierto es que el “aquí y el ahora” es el camino, eres tú mismo/a.

Estamos diseñados para soñar despiertos/despiertas y hasta estoy convencida que es mentalmente saludable. Solo digo que la mayoría de las veces, cuando te desconectas por un tiempo tan prolongado porque, o bien estás viviendo en el pasado, o en el futuro con el “y si…”,  pierdes de vivir en el presente y de aprovechar las oportunidades que tienes delante, se te olvida disfrutar ( y esto hasta me entristece) de los seres humanos “suculentos” ( hijos, hijas, marido, hermanos, madre, padre)  que te acompañan  en tú “Aquí y ahora”.

Así que te pregunto: ¿cuándo fue la última vez que necesitaste bien poco para disfrutar de tu persona favorita en el mundo?, ¿cuándo fue la última vez que miraste a tu hijo/hija a los ojos, y sinceramente le dijiste que le quieres por lo que es?….

Ahora, gracias  a ese “basta” y al “aquí y el ahora” puedo teclear en el ordenador,  y de fondo disfrutar  el ruido melódico  que hace mi hijo al trajinar…

  • Puedo darme cuenta del palpitar del cursor, como si fuera mi propio corazón  y me recuerda que estoy “viva y viviendo”
  • Puedo sentir el olor a esencia de limón que sale del difusor…
  • Puedo sentir el calor en mi cara, en mis manos y dentro de mí. Estoy contenta de seguir aprendiendo…

Prueba a hacer este ejercicio: Toma una respiración profunda  y puedes tomar conciencia de dónde estás cuando lees este post y pasar el inventario de lo que ves cuando levantas la mirada, de lo que oyes y de lo que estas sintiendo… Es un pequeño ejercicio de “atención plena para conectar”

¡Pruébalo!

3 comentarios

  1. Es cierto, aunque no por ello menos complicado… estar 24 horas pensando en estar en otro lugar y con personas diferentes es agotador. Cualquier momento de relax se convierte en complicado cuando quieres estar en un sitio que no estás… no en un momento del pasado solamente, sino de futuro, pero el pánico a un gran cambio suponga un muro infranqueable…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Comparte

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
WhatsApp
Telegram
Email
Print
Abrir chat
¿Necesitas hablar conmigo?
Hola 👋🏽, ¿en qué puedo ayudarte?